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Revista CONVIVIMOS: Lali Espósito, espíritu teen (Agosto 2014)


Lali Espósito, espíritu teen - Revista CONVIVIMOS (Agosto 2014)

link: http://blog.tarjetanaranja.com/index.php/2014/08/lali-esposito-espiritu-teen/#base




Es una de las referentes del mundo adolescente, al que accedió a fuerza de trabajo y actitud, voluntad y una extraordinaria energía. Canta, baila y actúa desde los 12 años. Un nuevo fenómeno llamado Lali Espósito.Por Marité Iturriza – Fotos Patricio Pérez 

“¡Porfis!, ¡Me muero, me muero, me muero…! dice emocionada una adolescente de pelo largo, buzo azul, brackets y ojos infinitamente celestes. “Porfis, ¡dejame pasar! ¡Laliiiiii!”, la llama a los gritos -ventanales de por medio-. Es lunes al mediodía, sol de invierno frente a la Plaza Serrano, en Palermo, Buenos Aires. Primero fueron Cami, Diana, Paula y dos Julietas -todas de 14 años- , y a los cinco minutos, más de veinte chicas del Colegio Martín Buber -celulares en mano- intentando alcanzar con sus flashes, ojos, manos, súplicas, besos al aire, risas y llantos a Lali Espósito, su ídola pop, su personaje de telenovela. La tienen ahí y quieren la foto, el autógrafo, la selfie que las acompañe como un mimo. Un momento del que están seguras, se acordarán toda la vida.


¿Qué es lo que más les gusta de Lali? ¡¡¡Todo!!!, contestan a coro, sin dudar.


Todo. “¡Corrí diez cuadras desde el cole para venir acá!”, dice Mile entre lágrimas, ahora con sus compañeras posando junto a la actriz, cantante y bailarina que este año llenó cinco veces el Teatro Ópera y realizó una gira por el país presentando A bailar, su primer disco solista. Ahora miran a cámara, sonríen. Son casi de la misma altura.



ACTITUD
Lali mide un metro cincuenta y cuatro, tiene 22 años y una sonrisa grande como una casa. Los zuecos la ponen a la altura de las circunstancias. Como ella misma dirá entre sorbo y sorbo de su licuado de durazno y frutillas, lo de ella es “actitud y tacos altos”.

¿Cómo era Mariana Espósito a los 12 años, cuando entró por equivocación al casting de Cris Morena? (Risas). Muy bueno, muy bueno… Si lo analizás, es raro. Llegué al casting y había dos filas. Me confundí y me metí en la fila de Cris Morena. A la semana me llamaron. (Risas). Era igual a ahora. Más chabón, más Cacho. Ahora ya no, porque crecés. Una se pone más femenina con los años. Pero jugaba mucho con los varones a la pelota. En el club yo hacía patín y mi hermano, fútbol, y me metía en los entrenamientos para jugar con los chicos, tenía mucha actitud. Era muy chiquitita y una actitud muy para adelante, bien del bajito. Con los años aflojé, pero tengo la misma energía, hago los mismos chistes, soy bastante parecida. Doce años después de aquel casting que la seleccionó para actuar enRincón de Luz, esta joven que conserva la amistad con su mejor amiga de la infancia (Janet La Porta), asegura que heredó del papá su parte “más cabrona” y discutidora en mesas familiares, y de la mamá, su parte “más laburadora”, esa que la hace no quedarse con lo que tiene. Cuando empezó la secundaria en el Instituto San Vicente de Paul, ya trabajaba 12 horas diarias, estudiaba hasta las tres o cuatro de la madrugada y se levantaba a las seis. “No me llevé materias. Cursé normalmente hasta cuarto, y quinto lo di libre porque necesitaban que grabáramos a la mañana. Una lástima, porque no me fui de viaje de estudios ni en sexto grado ni en quinto año. ¡Por eso no soy normal!”. (Risas).

Además del viaje con tus compañeros, qué otras cosas perdiste? Algunos no lo pueden creer, pero a mí lo que me pasó con ese tema es que yo lo elegí, y cuando vos elegís algo, es muy difícil explicarle a los otros por qué no estás haciendo lo que se hace a esa edad. No sentí que perdí algo, gané otras cosas. Perdí actividades, pero yo elegía. Me tomé el bondi y me fui al casting con mi hermana, tenía ganas de hacerlo. Estaba en el colegio y miraba el reloj porque quería salir a las doce para ir a grabar, que era mi diversión del día.

Parece que mantuvieras esa actitud de juego en tu vida, ¿cómo sos en las relaciones humanas? En las relaciones humanas me preocupo mucho por el otro. En términos psicológicos es un problema, porque no siempre podés ayudar a todo el mundo. Y en la vida uso mucho el humor para ayudar al otro. En reunión de amigos soy la que hace el chiste; si una amiga está mal soy la que la va a visitar. Creo que esa capacidad de juego o de risa o de joda la llevo bastante a las relaciones.



Decís que en este show jugás a hacer un personaje de rockstar, con mucho ego arriba del escenario y abajo sos un pichón. ¿Cómo es eso? Es un personaje. Con “pichón” me refiero a que puedo andar de jogging y zapatillas y ser yo, más allá de si soy bombera, actriz…, no importa. Yo sé quién soy. Tengo buena onda porque ¿cómo no voy a tener buena onda si trabajamos para tener este resultado? Yo siempre digo: el artista, el actor, el músico o el escritor que te diga que no le interesa la opinión del otro, miente. Trabajamos para el otro. Yo trabajo para que la novela, el cd o el show les guste a la gente y te felicite, y de verdad desee y pague una entrada para verte.

Llama la atención tu claridad para definir como producto a cada cosa que hacés. Al grabar el disco, decidiste teñirte de rubio para que te relacionen directamente con el cd; tenés una visión muy integral de tu trabajo. Sí, a mí lo que me pasa es que intento siempre tener el ego donde tiene que estar. Todos tenemos ego, el tema es ponerlo donde tiene que estar. Todo eso influye en qué mostrás para afuera. Yo creo que si el ego está en ‘quiero cantar lindo’, ‘quiero salir linda’, se pierde el producto. Si en el momento de trabajar yo me siento con el equipo, pienso en el artista parado ahí, pienso qué quiere decir, qué quiere un joven que le muestren como espectador.

¿Y qué te imaginás que quieren ver de vos las chicas que te siguen a todas partes? A partir de los 14 empiezan a seguirme, hasta los 24 y más. Te das cuenta cuando los mirás desde el escenario. La mayoría son mujeres, y varones bastante, me di cuenta ahora. Hay un público al que les copa y que están a pleno. ¿Y qué quieren ver? Mirá, acá hay una cosa que no hay, que es el artista integral. De eso hay poco. Yo no digo que tengo las aptitudes, pero al menos, intento hacerlo. Ser una actriz que no sólo actúe. Siento que todavía estamos cerrados al actor que hace todo, es como juzgado. ¿Viste que el actor de tele no es lo mismo que el de cine o el de teatro? Hay pocos que pueden hacer todo, pero sobre todo, porque no se los deja a veces. Está como mal visto cambiar mucho de rubro. No podés cantar y actuar y yo creo que se re-puede. Y yo creo que la pendejada no tiene eso. No tiene un artista que le dé pop, que es lo más consumido por ellos, que se disfrace de artista pop y que después se baje y haga el personaje de una película. Hay poco de esos artistas y más para un público joven. A mí como joven me pasaba eso.

Esta visión integral ¿te pone en un lugar de liderazgo? Sí, sí, es raro, nuevo. A veces nos enseñan mal y nos dicen que para ser líder tenés que ser duro. Yo creo que tenés que ser estricto, pero matarte de risa con el equipo y tener una buena onda que haga que ellos mueran por ir al estudio a laburar a trabajar con uno. Para mí es un honor tener el equipo que tengo armado para trabajar el show. ¡Vienen a trabajar con una alegría!, y para mí ver eso es lo más lindo del mundo. Bueno, te tengo que confesar que a veces no me hago cargo del lugar, y hay que hacerse cargo. El año pasado, cuando estábamos empezando y armamos el show en La Trastienda para presentar el disco, me costaba que me hagan todas las preguntas a mí. Me costaba darle su ubicación a alguien. Yo aprendí mucho de (Adrián) Suar. Me tocó laburar mucho y tenerlo como compañero actor, y el tipo subía tenía una reunión como productor, bajaba te hacía la escena. Buen compañero, simple, un actor más, y de golpe se ponía en su rol, miraba fuera de cámara y le decía ‘acá hacé esto, esto y esto’, y se mataban de risa. Entonces el tipo ama trabajar con él, y todos lo respetaban como jefe. Eso lo aprendí mucho de él. Y la parte más dura, de Cris (Morena). Son las dos experiencias más fuertes que tuve, en realidad. Esta es una época de mucho aprendizaje. Me pongo a prueba todo el tiempo.

¿Cómo contrarrestás tu estatura? Al metro y medio lo equilibro con mi actitud y con estos tacos. (Risas).



“SOY PARA EL OTRO”
Lali tiene muy buen humor. No le molesta que en la vereda se hayan juntado sus fans esperando un guiño, su saludo. Disfruta de cada toma de la sesión, se deja guiar por la productora y el fotógrafo y también propone.

¿Escribías poemas cuando eras chica? Más que poemas, cosas más existenciales. Me expresaba y después me daba cuenta de lo que había escrito. No se lo mostraba a nadie. Después, con el tiempo, me mataba de risa. Me preguntaba cosas como ¿para qué vinimos al mundo? Es más, mi show tiene algo de eso, es una historia con un hilo con voces en off y pantallas con imágenes, el show empieza con un texto en off, que dice “Todos nacemos para algo”. Y yo creo que nací para hacer esto hoy. Ese es el concepto del show: estar hoy acá, en este momento.

¿Fue una idea tuya? Sí, tenía la necesidad de que además de que se vea, se escuche eso de que ‘yo estoy acá para hacer esto’. El día que no tenga laburo, ojalá que no pase, estoy segura que voy a estar diciendo ‘Yo estoy acá y sirvo para hacer tal cosa’. Yo no sé si lo hago bien o mal, sólo sé que desde muy chica sirvo para comunicar algo a alguien: un personaje, una canción…, soy como para el otro; soy la que escucha, la que ayuda. Eso lo traslado a mi trabajo. Soy para el otro.

¿Por qué te parece que fuiste tomando esa actitud protectora? Tiene que ver con muchos factores. Trabajar de chica te da eso, ayudar a tu familia te da eso. Hay algo que ya se quiebra en el niño y te transformás en alguien más adulto, que piensa más en el otro.



GENERACIÓN TEEN
La tecnología es para Lali, la principal responsable de marcar diferencias con las generaciones anteriores. “Ayudó mucho, logró avances. Hoy los chicos se pueden expresar, pueden escribir en un blog, estar comunicados todo el tiempo. Y en muchos otros aspectos siento que nos hizo retroceder un poquito. Creo que hay una necesidad enorme de mostrarse. Las redes sociales son un medio por el cual uno dice ‘acá estoy, mirame, aceptame’, y eso en el joven es muy decisivo porque a la vez que sirve un montón, te puede destruir si no te sentís aceptado. Hoy descubrimos a cantantes, a músicos por You Tube. Y el chabón por ahí es de China y puede mostrar lo que hace vía una red social. Siento que la tecnología es una balanza, que es muy buena y que es muy mala porque el joven se desespera por formar parte, por ser igual”. Lo dice convencida de la potencia que tienen estas redes: Eligió Twitter para comunicar el lanzamiento de su disco, y la plataforma virtual, para que lo escuchen. Está llegando a los 2 millones de seguidores en la red del pajarito.

¿Qué pensás de esta generación respecto de la de tus padres? Banco mucho más. Lo que sí siempre me parece tierno de mis viejos es esa cosa del respeto a los padres, que yo lo tengo con mis padres, esta cosa de papá y mamá… ¡Y mirá que yo me peleaba!, pero son tus padres. Yo no sé hoy. Escucho a más pendejos esto de ‘mi vieja no entiende nada’. No sé si le dan tanta bola a lo que le dicen sus papás, y eso me asusta un poco, porque digo ‘che, escuchá a tu viejo porque es tu viejo, no es cualquiera’. Yo me refugié siempre en su figura, y eso viene de la generación de ellos. Y al contrario de eso, nuestra generación es más real: si soy gay soy gay. Nos la bancamos más. Y la misma sociedad te acompaña un poco más, se acepta más que el otro sea diferente. Eso sí me gusta mucho. Así y todo, pienso que todavía nos falta. Lo que yo no sé, es si los chicos se escriben cartas con los amigos. Yo a los 12 las escribía. A mi vieja, a mis novios. Eso de decir ‘te quiero’ a un amigo se fue perdiendo. Siento que hoy se dice ‘¡ay te amo mucho!’ a una amiga y no es lo mismo decírselo a los ojos tomando un café. Pero igual confío en que ese costado siempre está, aunque a veces uno se distrae con la tecnología.

UN DÍA COMÚN
Este año Lali tiene “días comunes”, y cuando lo dice se ríe: “Un día común es ¡no tener que levantarme a las 7 de la mañana!”. Ahora puede hacerlo a las diez y disfrutar de un desayuno con tostadas de pan integral y mermelada de ciruelas, mucho cereal con yogurt y alguna fruta que, aunque no le guste demasiado, tiene que comer para estar más saludable. Le encanta tomar mate y alguna de las variedades de té, de los muchos sabores que tiene en su casa.

“Yo soy la chica desayuno-merienda”, asegura. “El almuerzo y la cena me importan nada porque me gusta lo dulce. De hecho, uno de mis objetivos profesionales que no tiene nada que ver con lo artístico, es que me voy a poner una Casa de Té. Va a tener las mejores tartas, los mejores budines. Es un deseo para más adelante. Y lo voy a hacer, porque cuando me propongo algo… me gusta mucho la idea, sumarle algo de moda y tener un almacencito propio para que te puedas llevar cosas a tu casa”.

Lali habla rápido, gesticula y busca la complicidad de su amiga Vanesa, que está sentada al lado. Confiesa que puede olvidarse del cumpleaños de la mamá (y se avergüenza), pero que se sabe de memoria todas las coreografías que hizo en su vida. Esta artista que no para de pensar en nuevos proyectos, debutó como actriz de telenovela en 2003 en Rincón de Luz, a la que le siguieron Floricienta, Casi Ángeles, Cuando me sonreís y Solamente vos. En teatro participó en Las brujas de Salem y en cine en La pelea de mi vida (2012) Teen Angels: El Adiós (2013) y A los 40 (2014).

SUEÑOS
“Mi sueño cuando era chica era trabajar con Alfredo Alcón, era un maestro, lo iba a ver al teatro. Pocas personas fueron tan atrapantes como él. Esa voz… desde la fila cien lo escuchabas y no tenía micrófono”, recuerda.

El disco, el show, el clip, parecen haber salido de sueños… Sí, hubo cosas que fueron sueños. El clip Asesina es un sueño. Me acuerdo que un día me desperté y dije, ‘ya está, es el clip’. Y jodiendo le digo al técnico ‘tengo el clip, es así, así, así’. ‘Esta luz, así’. Ya sabía que lo quería a Facu Massei. Del show hubo muchas cosas que también fueron sueños. Me gusta soñar porque de ahí sale buena info. ¿Viste un día que te despertás y te das cuenta que no soñaste y decís, uffff…? Literalmente, soy una soñadora.



LALI X DENTRO
-Mi placard ¡un desastre!
-Comprando soy rápida, cero shopinera.
-Lo que más me gusta es ser chiquitita, me siento cómoda con mi chiquitez.
-No me gustan mis pies y todos los pies. ¡No los entiendo!
-Me río de mi desorden.
-Valoro mi memoria musical y poder retener la cara de la gente, soy muy observadora.
-Soy la que abraza, más que la que se deja abrazar. 

LALI + ADELANTE
Está feliz por el ofrecimiento que le hizo Adrián Suar para el año que viene: su primer protagónico en una tira de Canal 13. Haría pareja con Benjamín Vicuña en una comedia familiar que también incluiría música. “¡Vicuña me encanta como actor! Sería la historia de una monja de veinte años, muy particular, graciosa, y un amor imposible. Benjamín creo que sería maestro de música del coro de monjas. Hay monjas de todas las edades y muy buenos actores”. ¿Qué te imaginás haciendo dentro de 10 años? Me imagino produciendo mis propias cosas, más afilada, no tan primeriza. Me imagino produciendo para otros, quizás en 20 años, inventándole un universo a otro artista. Y me imagino mucho más desarrollada en lo musical, y en lo actoral también. ¿Serías una Cris Morena de la nueva época? No sé si tan en el detrás (de escena). En diez años todavía estoy desarrollándome. En el atrás total, me imagino en 20 o 30 años.

SOBRE GUSTOS…

Si fueras un animal, ¿cuál te hubiera gustado ser? Alguno de mar… ¡un delfín!
¿Qué cantante de otra época? Janis Joplin, la amo, la escuchás y sabés que es ella. Y más ligado a lo que es el espectáculo, en los ‘80 hubiese sido Madonna, impuso todo lo que después se usó.
¿Qué cantante actual? Sin dudas, Beyoncé, porque canta, baila, y nada lo hace a medias.
¿Una ciudad? Buenos Aires
¿Una estación del año? Primavera.
¿Una película? Billy Elliot (Quiero bailar).
¿Los domingos? Asado en lo de los Espósito, ¡religión!
¿Tus próximas vacaciones? En Marruecos.
¿Una cábala? Cábala no, ritos. Uno es cuando me termino de bañar: me seco siempre igual, hago una coreografía del secado. Es más, en algún momento he llegado a pensar (¡problema mental!) que si me seco diferente, ese día va a pasar algo.


Producción y estilismo: Maru Cabrera. Asistente de producción: Sara Tamashi. Maquilló Irene Arcieri para Mala Peluquería. Peinó Enzo Vicenzotti para Mala Peluquería. Vestuario: El Almacén de Lulú, Markova y Natalia Antolín. Zapatos: Carmen Steffens. Accesorios: Muaa y El Almacén de Lulú. Agradecemos a MUU La lechería (mundomuu.com.ar), por su colaboración en esta nota.




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