Lali Espósito: “sé quién soy, no me detengo en la mala onda” La Gaceta - Tucuman (27-01-16)
Lali Espósito: “sé quién soy, no me detengo en la mala onda”
Tras su mejor año, la artista del momento dice que el secreto está en ser uno mismo. “No es casualidad cuando algo explota”, advierte
Lali Espósito pisará este viernes Tucumán y entonces su humanidad será ubicable en un punto preciso del mapa. Pero hasta entonces, y desde hace mucho tiempo, Lali Espósito es ubicua: se aparece en la televisión, casi cada vez que la prendemos; la vemos en las veredas, en la mayoría de las tapas de los puestos de revistas; la escuchamos en la radio, cantando o como voz de publicidades; nos surge en Instagram y nos habla en Twitter, y si no lo hace ella, toman la posta sus fans, que cada vez son más y adoptan diversísimos seudónimos: los Marialis, los Laliters, las Lalitas, los Amo a Lali, los Lali sos Perfecta, los Miss Lali, y así.
Lali, Lali, Lali. Aquí y allá. Fiebre, furor, fenómeno.
El lugar del mapa en que se encuentra la aclamada Espósito cuando atiende a LA GACETA es algún punto de la ruta entre Mar del Plata y la Capital Federal, ya en las postrimerías del “A bailar tour” (el mismo que la trae a nuestra provincia). Hablará -aunque no como tal- de su omnipresencia: dirá que 2015, en general, y la novela “Esperanza mía”, en particular, fueron los grandes responsables de su salto a lo popular. “Fue un año bisagra, con la locura de haber podido realizar una gira siendo protagonista de una ficción y con eso me refiero a tener 900.000 escenas por día -exagera-. Ni hablar en lo personal: mi historia con Mariano(Martínez), que era mi compañero en esta tira... Más allá de lo que después sucedió entre nosotros naturalmente, fue un gran aprendizaje trabajar con él”.
- ¿Cómo te organizaste en un año tan movido? En algún momento debés acusar el cansancio.
-Sí, el cuerpo te dice “che, dormí cinco horas de corrido, te lo pido por favor”. Por suerte, hay algo que salva cualquier cansancio, que son las ganas, la pasión, el hecho de que te guste lo que hacés. Con eso no se puede joder. Yo me levantaba muerta a las 6.30 para ir a grabar, pero cuando llegaba a Polka era muy feliz. Eso es impagable. Afortunadamente, tanto en lo actoral como en lo musical, hay gente que me cuida y que me mantiene con los pies en la tierra porque sí, es mucha la exigencia. Y no sólo por los horarios, sino también por otras cosas que también tienen que ver con lo que hago, como el contacto con el público y el reconocimiento constante en la calle, que demanda mucha energía. Igual siento que lo llevé muy bien porque no me abrumo ni busco ser lo que no soy. Eso me hace ir liviana.
- ¿Crees que mientras se tenga juventud no hay que desaprovechar ninguna oportunidad?
- No creo que tenga que ver con la juventud o la energía. Tiene que ver con decisiones artísticas, con lo que querés y con el resultado que eso te dará para el futuro. En 2015 fue mucha mi exposición, mucho lo que pasó con la novela, mucho lo que crecí en la música. Todo fue mucho, pero también fue el resultado de algo que se venía sembrando: lo que había trabajado en años anteriores hicieron que Adrián Suar me convocara y al disco lo venía tocando desde hace dos años. Hay un trabajo de cimiento que no se ve tanto, pero no es casualidad cuando algo explota, es un proceso que se viene dando. Creo que hay que aprovechar cuando te tocan resultados y experiencias como los que tuve en 2015, pero también hay que saber parar y tomar decisiones. 2016 será para mí netamente musical. Filmaré dos películas (“Permitidos”, de Ariel Winograd y Martín Piroyansky, y “Tita de Buenos Aires”, de Teresa Constantini), que es algo que tenía muchas ganas de hacer, y después no vuelvo a actuar hasta no sé cuándo, hasta que surja un proyecto que esté bueno. Tengo la dicha y la bendición de poder elegir qué hacer.
- ¿Hasta dónde te hacés cargo de la frase común que indica que todo lo que tocás es un éxito?
- ¡En nada! (risas). No, yo agradezco la confianza y la energía puesta en esa frase, pero no lo considero así. ¿Quién podría vivir y laburar todos los días pensando que lo que toca es un éxito? Primero, sería una tarada, y no tengo ganas de serlo. Y segundo, no es real. Lo artístico es muy difícil: te tiene que elegir la gente, les tiene que gustar lo que proponés. Lo que sucede conmigo es que le pongo la vida a lo que hago y eso puede generar, para los que ven de afuera, la sensación de que todo está yendo bien. El éxito tiene que ver con la responsabilidad y con el modo en que te involucrás en lo que hacés. Pero si así y todo las cosas no dieran buenos resultados, igual estaría agradecida y feliz.
- Siempre destacaste que Cris Morena te enseñó la cultura del trabajo, ¿no es muy frecuente ese aprendizaje entre los actores?
- No, por una cuestión lógica de la inocencia y de la inmadurez de la edad. Y está bien que así sea. Yo fui una niña muy responsable, pero eso también me trajo conflictos porque era muy autoexigente. Hay que saber perdonarse determinadas cosas a las que, por la edad, no habría que darle tanta bola. Siento que exprimí mucho esa época, que aprendí de Cris y de su gente. Ponele, yo iba más temprano a los ensayos porque quería ver cómo armaban el escenario, pero a mí me nacía eso, no es necesario que les nazca a todos los jóvenes. Además, no necesariamente por haber pasado por esa escuela aprendés eso. Depende de cada uno. He tenido compañeros que capaz no lo vivían así: eran más sueltos, más libres.
- ¿Cómo manejás los comentarios negativos o maliciosos en las redes sociales?
- Gracias a Dios, y esto te juro que es así, no me interesa demasiado. Entiendo perfectamente la impunidad que traen las redes sociales: alguien con un celular, tirado en su casa, mirando y comentando las fotos de un famoso que sabe que no irá a buscarlo para decirle “por qué pusiste eso”. Sé quién soy, no voy a detenerme en gente que tiene mala onda y que toma la decisión de bardear porque sí. De hecho, muchas veces he compartido comentarios que intentaban hacerme mal, pero terminaban siendo graciosos. Así que trato de suavizarlo todo el tiempo, no me puede importar porque incluso no siempre es real: muchas veces critican por ser polémicos o por ver qué comentarios generan. Entonces dejo que fluya.
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