Revista VANIDADES: "Lali Guerrera" (entrevista)
Scan Revista VANIDADES entrevista a Lali Espósito.
Escucha su corazón acelerado, pero no son nervios, es ansiedad por pararse frente a esa marea humana que alza su voz coreando su nombre. Faltan cinco minutos para salir al escenario. Antes de empezar, alguien le adelanta que la esperan treinta mil personas. Las luces se encienden y la pequeña artista de un metro cincuenta se transforma en un gigante. "Esa sensación es la adrenalina pura", dice Lali Espósito sobre los multitudinarios shows que brindó al aire libre este verano.
Hace más de doce meses apostó a ser solista. Para lograrlo, armó y produjo su propio proyecto discográfico. Se tiñó de rubio, puso su cara en la tapa y lo tituló, casi como una orden, “A Bailar”. Estaba preparada para ser criticada o ignorada, pero nunca para quedarse con las ganas. Y así, con esa naturalidad tan de Lali que la lleva a decir que todo es una cuestión de actitud, logró la atención de los medios; ser convocada para telonear a Ricky Martin y atraer a un público que la sigue en la escena musical.
Ahora, a punto de iniciar un nueva etapa en la pantalla, hay un gran trabajo por hacer. Buscará mantener la dualidad como actriz y cantante en su nuevo protagónico en Canal 13, Esperanza mía, y continuará con más shows mientras prepara su segundo cd. Sorprende tanto por su velocidad al contestar como por su silencio al escuchar. Como si su mente arrancara a mil cuando hay que responder y frenara cuando hay que comprender bien lo que el otro dice. Ese ejercicio es parte de mucho prendizaje ganado y otro tanto que desea conseguir.
- ¿Qué te provocó pararte frente a miles de personas para hacer tu show?
- Ansiedad. Soy muy tranquila, nunca en mi vida me puse nerviosa, pero minutos antes quiero salir a bailar y cantar... ¡ya! Antes, cuando las cosas no dependían tanto de mí, hacía lo que tenía que hacer sin reocuparme por lo que pasaba alrededor. Ahora, al estar tan involucrada, tengo una mirada muy 360 grados de lo que está pasando. Igual eso me pasa hasta que abro los ojos y veo a la gente. Ahí le pongo toda la garra. Siento que tengo que salir como una guerrera a dar lo mejor para que todos se vayan felices.
- Lo mismo te va a pasar cuando estrenes tu primer protagónico en el prime time junto a Mariano Martínez. ¿Cómo te sentís en relación con eso?
- Me encanta. Laburando con Cris Morena sos reprotagonista porque cantás y actuás, pero acá es distinto. Tengo un elenco mega que me acompaña, pero es como ser la responsable, la cara del proyecto. La idea es que nos elijan todas las noches; y en este momento es todo un desafío porque la televisión está complicada.
- ¿Qué podés adelantar de la historia y de tu rol?
- Personifico a una chica de pueblo que descubre una mentira acerca de los químicos que utilizaban en la fábrica donde trabajaba mi mamá adoptiva, que murió allí en un accidente. Los dueños saben que yo tengo esta información y por eso me oculto hasta saber cómo puedo hacer para que esta verdad se descubra. Entonces escapo hasta esconderme en un convento y cambiar mi identidad por la de una monja. Esa es la parte novelón, pero rápidamente aparece la comedia. Hay mucha música, porque todas las actrices del convento cantan. Mariano Martínez está estudiando guitarra para poder personificar a un sacerdote, con pasado rock star, que es parte del coro. Existirá una historia de amor prohibida entre nosotros.
- ¿Esta gran oportunidad llegó por Adrián Suar?
- Nosotros compartimos mucho cuando trabajamos en Solamente vos. Nuestro humor pegaba y él siempre me decía que tenía algo para mí. Fue enriquecedor actuar juntos. Adrián improvisa y yo era un soldadito, con mi impronta, obvio, pero con la letra sabida a full. De repente él plantea lo contrario porque quiere que lo espontáneo se vea real. Te dice que sigas la línea del libreto que escribió el autor, pero con naturalidad. Busca que sientas comodidad con el texto. Es muy de buscar el chiste y en eso me identifico porque soy “mandada a hacer”.
- Estuviste diez años siendo parte del staff de Cris Morena. ¿Cuál fue tu gran aprendizaje con ella?
- Aprendí que apuesta, que no tiene miedo a imponer sus ideas. Sueña algo, pero sabe cómo va a lograrlo. Nosotros siempre hacíamos una lectura abierta cuando hacíamos teatro. Ella lee el libro completo. En algunos pasajes aparecían cosas que sonaban imposibles, por ejemplo: un dragón sale y toca con sus garras al público. A veces nos mirábamos y pensábamos: ¡Esto que plantea no se puede hacer! Cuando llegábamos al ensayo, todo existía. Tiene un equipo espectacular, se rodea muy bien y eso suma para que ella piense como una número uno.
- ¿Hubo algo que te dijo que te haya marcado?
- Fue siempre cercana y hablábamos mucho. Me decía que veía en mí una búsqueda de que las cosas sucedan como se plantean. Y es cierto, yo soy así. Tengo algo que me lleva a querer lograr que las cosas salgan como las soñé.
- ¿No sentiste cierto desamparo al irte de su lado?
- Fue renatural. Nunca pensé que me marcaría como para no querer irme más. Tengo la convicción de que uno puede estar muchísimos años al lado de alguien porque te eligen y te contratan para entretener, pero si tenés las condiciones necesarias podés irte a otro lugar sin problemas. Ya había hecho todo dentro de la misma compañía. Cada año fue una evolución. Mejoré mi forma de hablar, de cantar y de actuar. Yo fui feliz, pero las propuestas que llegaban el último tiempo no eran novedosas para mí.
- ¿Alguna vez tu familia tuvo que ayudarte a poner los pies sobre la tierra?
- Nunca. Estuvo claro quién era yo y por qué hacía lo que hacía. Tengo dos hermanos mayores, todos tuvimos el mismo apoyo en lo que habíamos elegido, además de dialogar sobre eso. Si uno de ellos jugaba al fútbol íbamos a verlo, lo mismo sucedía si yo tenía un show. Creo que todo fue muy inteligente y real de parte de mis viejos. Soy normal. Yo mantengo a mis amigas de toda la vida y los asados del domingo con la familia.
- ¿Qué creés que te puede llegar a marear?
- Muchas situaciones. Me esfuerzo para no perder mi eje, por ejemplo, cuando trabajo y no tengo horarios. A veces sucede que mi hermano me invita a su casa a ver a mi sobrino y mi última reunión termina a las diez de la noche. Entonces se complica, pero yo me obligo a hacerme los tiempos, porque si no me convierto en un robot. Además me reconozco como una freak porque voy hacia adelante y hago. Después me quejo. Entonces, para no sentirme culpable, me reservo espacios para la familia. Trato de no olvidarme de cómo sucedió todo: quién me dio la primera oportunidad, quién era antes y qué hubiese sido si no existía el privilegio de hacer esto. Es fundamental. Tampoco me lo repito como un mantra porque sé avanzar y reconocer que lo que tengo me lo he ganado. Hay una cosa en este ambiente que tiene que ver con poner al artista en un sitio sagrado. Es una estupidez. Estamos todos trabajando para que las cosas sucedan. Si alguien me maquilla mal, yo salgo fea, y así la cadena sigue. Es una situación lógica. A mí me incomoda que la gente que trabaja conmigo me trate de una manera especial, enseguida siento que tengo que hacer un chiste para alivianar y ser yo.
- ¿Qué pasa en la calle? ¿Sufrís la exposición?
- No, porque mantengo mi privacidad. Hay pequeños momentos incómodos, pero soy conciente de que mi trabajo es ese. En general la gente es cariñosa y además no puedo obviar que trabajo en televisión. El público prende la pantalla para verte o paga una entrada, lo mínimo que puedo hacer para devolverles eso es aceptar que se acerquen a mí. No comparto para nada la opinión de aquellos que quieren pasar desapercibidos, excepto en figuras muy grosas como Maradona o Madonna.
- ¿Alguna vez deseaste ser más alta?
- tuve ese problema. Soy re-insegura, dicen que los artistas más aún, pero no con eso. Siempre tuve la actitud de los petisos de mostrarme y que me vean. Naturalmente entro a un lugar con actitud. Por ahí fue eso lo que me hizo poder avanzar y que mi altura pasara a un segundo plano. Yo creo que al final lo que sucede es que las personas te eligen por lo que les das, más allá de lo estético. Igual, yo no me relajo y salgo a cantar en jean. Pongo todo para sorprender, pero puedo tenerlo o no. Lo que importa es que las cosas funcionen igual a partir del talento que tengas para mostrar.
- ¿Llevás bien la dualidad de ser cantante y actriz?
- Bien y tranquila. El año pasado pude desarrollar la música, y eso fue algo muy inteligente, aunque en general no suelo serlo. No podía hacer otra cosa. La voz es crudeza y también había que meterle mucho al físico. Usé ese tiempo para entrenarme, ensayar y armar un buen grupo. Ahora que eso está, salió bárbaro y siento que este año puedo actuar, porque lo otro ya está armado.
- ¿Tuviste vacaciones este verano?
- En realidad no. Estuve yendo a ver a mi novio a Carlos Paz los fines de semana, pero llego a Buenos Aires y no paro.
- Los dos cantan y actuán, ¿se potencian o se genera algo de competencia?
- Compartimos todo. Nos entendemos y es muy lindo, porque entre tanto ruido hay verdad. No pasa eso solo porque es mi novio, sino porque él sabe quien soy. Al hacer lo mismo, es un plus, y Benjamín es mi cable a tierra. Nos ayudamos. Por ejemplo, él tiene deseos de sacar afuera su música, lleva 5 años preparando su disco y yo estoy ahí insistiendo para que lo haga. Tengo esa personalidad de llevar a cabo, él en cambio piensa demasiado. Yo lo empujo con lo musical, porque el actor ya lo tiene para afuera. Es muy buena esa energía que compartimos.
- ¿Qué te sucede al pensar que desde los diez años trabajás y que viviste tantas cosas atípicas para tu edad?
- Lo que dejé de hacer fue algo que decidí. Perdí, pero gané. La balanza es clara. Nunca tuve un viaje de egresados, pero tuve otros viajes con otros compañeros, donde crecí y abrí la cabeza de un modo distinto. Fue una bendición saber lo que quería desde muy chica. Tengo amigas que aún no saben lo que quieren y buscan su rumbo, a mí me tocó estar firme en mi vocación y tal vez tener otras crisis.
- Tu estilo es muy popular. ¿Te dan ganas de hacer cosas para ganar prestigio?
- El respeto llega. De hecho los clichés, el snobismo y las cosas generales de lo que se debe hacer para tener una carrera prestigiosa es algo en lo que no creo. Hay gente que piensa que hay que hacer determinadas cosas. Muchos de ellos dicen menospreciando: “¡Ay! Esos actores de televisión, sin embargo, en el Teatro San Martín...”. ¡Es re-díficil hacer tele!, y quiero decirles que he visto cosas horribles en el Teatro San Martín. También otras geniales; entonces pienso: “¡Qué espectaculares estos actores y no son conocidos popularmente!”. Me parece que hay artistas y público para todo. No me va eso de rebajar.
-¿En qué creés que podés aportar algo distinto, artísticamente hablando?
- A diferencia de otros países, no estamos acostumbrados a ver que el actor cante. Es más yanqui eso de pasar del drama a un musical. Mi personaje en Esperanza mía canta. Me gusta mostrar esa versatilidad. Creo que me enriquece, y a quien lo mira también. Todos podemos mutar. De hecho, el día que me quede instalada en algo voy a necesitar que me hagan ruido. Disfruto de hacer cosas diferentes. Pienso en que solo hice dos películas y siento ganas de hacer de todo. No les temo a los cambios porque creo que si tenés condiciones y sos la persona que están buscando para un proyecto, las cosas funcionan.
- ¿Te gustaría alguna vez poner la mirada en otros como alguien lo ha hecho en vos?
- Sí, me dan ganas de producir. Veo gente talentosa y pienso en armar algo. Lo voy a hacer, no ahora, porque estoy en una etapa egocéntrica y necesito generar más experiencia para que otros confíen en mi capacidad. Es un gran deseo, pero será un plan para una vida más adulta.
-¿Qué expectativas tenés para lo que se viene?
Busco que sea una etapa de mantener y mostrar algo nuevo. La música y la actuación son dos caminos por recorrer, y solo puedo hacerlo teniendo como base lo personal. Soy libriana, necesito que la verdad esté de mi lado, y para encontrarla me basta mirar a mi novio, mis amigos y mi familia. Ahí está todo.
que hermosa saliste en las fotos como simpre te amo lali esposito
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